La ganadería de El Parralejo pasta tierras de Zufre, provincia de Huelva, en una finca que recibe el nombre de la propia vacada. Es una finca extensa, amplia, quebrada y muy hermosa. A la casa de los Parralejo se llega después de pasar el Castillo de las Guardas, uno de los últimos municipios de la provincia de Sevilla, y antes de pisar el pueblo de Higuera de la Sierra. El entorno huele a toro porque a pocos kilómetros también se encuentra “Lo Álvaro”, la finca de Juan Pedro Domecq.
Los interiores del salón conectan con la espectacular plaza de tientas a través de una cristalera. Una auténtica delicia para los espectadores de la faena campera. En las paredes cuelgan grabados, pinturas y obras de arte de indiscutible calidad. El buen gusto y la elegancia están presentes en todo momento y aportan el sentido de la historia en una ganadería tan joven: su origen está fechado en el 2007.
Los propietarios, José Moya Sanabria y su esposa Concepción Yoldi, son presidente y vicepresidenta de PERSAN (controlan el 83% del capital social), sociedad mercantil radicada en Sevilla, dedicada a la elaboración de detergentes, suavizantes y lavavajillas, para Mercadona y otras empresas. Según declara el empresario, éste ha traspasado el espíritu de su empresa a la ganadería: “Los dos pilares son la tecnología y las personas”. El hierro, con una M y una Y abierta encima representa los apellidos Moya y Yoldi de sus propietarios.
Son las doce de la mañana y el sol abrasador corona el cielo andaluz en Zufre. Arranca una jornada campera con un hombre que llegó hace poco al mundo taurino como ganadero pero que lleva todo la vida alrededor de él.
Pregunta: ¿Cómo un empresario de éxito se convierte en ganadero?
Respuesta: Tras cuarenta años encerrado en una oficina, con muy poco tiempo libre, he pasado a disfrutar del campo bravo, de la libertad de la naturaleza y de la pasión por el toro bravo. Me hice ganadero para disfrutar con un proyecto liderado por otro ganadero como Rafa Molina.
P: ¿Cómo nació su afición a la tauromaquia?
R: Desde muy pequeño me aficioné, como les pasa a la gran mayoría de aficionados. Iba a las plazas cuando tenía ocho años, en los años 60, en Alcalá de Guadaira, donde pasaba los veranos. Era el pueblo de mis padres e iba a los toros todos los domingos. Mi abuelo era muy aficionado y me transmitió muchos conocimientos. Gracias a él soy aficionado.
P: ¿Qué significa El Parralejo para usted?
R: El Parralejo es una ilusión creada con simiente de Jandilla y Fuente Ymbro, no es un negocio porque no se puede ganar dinero. Tampoco es un trabajo, sino un hobby. El objetivo es desarrollar un toro que sirva para un tipo de toreo que nos gusta, con la única finalidad de disfrutar. Pero no solo quiero disfrutar sino también aportar un granito de arena al toreo y a la fiesta de los toros.
P: ¿Cuál es ese granito de arena que quiere aportar?
R: A la ganadería me gusta aplicar los mismos conceptos que al negocio, es decir, apostar por la tecnología y las personas. A la tecnología me refiero con tener buenos mimbres para formar la ganadería, es decir, buenas familias y selección de buenos sementales. Nosotros elegimos el encaste Domecq a través de las ganaderías de Jandilla y Fuente Ymbro y las personas más indicadas para formar un equipo y ahí entra mi amigo Rafael Molina.
P: Pero, ¿cómo se puede aportar esa tecnología?
R: Es más sencillo de lo que parece. Estamos trabajando mucho en temas de inseminación artificial y trasplante de óvulos. La tecnología puede ayudar a perfeccionar el toro y a mantener los encastes que hoy funcionan. Por ejemplo, hemos inseminado vacas con sementales de Jandilla de hace 20 años.
P: Entonces, ¿imprimir tecnología es modernizar el mundo del toro?
R: Sin duda. La tecnología es fundamental para la evolución del toreo. La búsqueda del desarrollo y de la innovación es lo que hace desarrollar cualquier actividad en la vida. La añoranza de tiempos pasados son siempre miradas hacia atrás que no aportan nunca nada. Creo que siempre hay que mirar hacia el frente para progresar, evolucionar. Gracias a que ganaderos como Juan Pedro Domecq miraron hacia delante, la fiesta está en el buen momento en que se encuentra. Es decir, ese toro bronco y arisco que incapacita una faena artística cada vez se ve menos porque el público exige un toro al que se le puedan dar 50 pases y ponga de pie en los tendidos de la emoción.
P: A través de esas ideas, se entiende que El Parralejo quiere destacar por la regularidad en su bravura, ¿no?
R: Sí, aunque no llevamos mucho tiempo, solo diez años, y estamos teniendo unas camadas con bastante éxito. Estamos viviendo de lo que hemos heredado y lo que queremos es mejorar ese encaste. Buscar nuestro tipo de toro, más definido.
P: Entonces, ¿se torea mejor que nunca?
R: Se torea mejor que nunca, pero muy igual en todas las faenas. Paco Camino dice que en su época todos eran distintos porque, por ejemplo, Diego Puerta no se parecía en nada a Antonio Ordóñez. Creo que esta falta de diferenciación ocurre porque cada día se torea con más técnica y la técnica iguala mucho.
P: Pero, ¿la técnica no es parte fundamental de una faena?
R: Sí, pero estamos viviendo una etapa de perfeccionismo de la técnica. Sobre la base de esa perfección debe de nacer la personalidad pero los toreros de hoy en día se preocupan más por tener una mejor técnica que una buena personalidad. Sí que creo que vamos camino de que los toreros cada vez se van a diferenciar más. Actualmente lo estamos comprobando con, por ejemplo, Paco Aguado, Diego Urdiales o Morante de la Puebla.
Fotos: Jaime Roch
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